Jose Luis Romero Lafont vino a emprender y a vivir en Riaza hace 10 años. La vida en el pueblo le ha permitido disfrutar de la afición al caballo y de la naturaleza. Desde su cuadra en Villacorta tiene acceso directo a la Sierra de Ayllón, paraíso natural y campo de entrenamiento de los caballistas del nordeste segoviano.
Jose Luis, gracias por esta entrevista.
¿Cómo os sentís tras años viviendo en un pueblo, tras dejar vuestra vida en la ciudad?
La verdad es que nos sentimos muy a gusto e integrados en el entorno rural que desde hace ya casi 10 años constituye nuestra realidad diaria. Sin duda a ello ha contribuido enormemente la posibilidad de poder seguir desarrollando nuestras respectivas carreras profesionales, amén de la excelente acogida recibida por parte de las personas con las que hemos tenido el placer y el honor de relacionarnos en nuestro nuevo entorno.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de los caballos?
Pues podría calificarlos como rocambolescos; te cuento: A los trece años me presenté a un casting para trabajar en una película ambientada en la Edad Media. Uno de los requisitos para ser elegido era saber montar a caballo (ya que los actores debían rodar escenas montando a caballo). Mentí vilmente diciendo que yo tenía experiencia, ya que un tío mío se dedicaba a la trata de caballos (hecho cierto) y que yo le ayudaba en su trabajo (mentira podrida).
El caso es que se lo creyeron, y bien por mi desparpajo o por mis “dotes de actor”, el caso es que me dieron el papel y me pagaron un mes de clases de equitación (imagino que en previsión de que el chico fuese un poco mentirosillo). Así nació mi afición por este mundillo del caballo.
¿Qué visión tienes de la equitación?
La palabra equitación me suena a deporte y disciplina, y valoro en sus justos términos su carácter deportivo y competitivo, incluso me atrevería a decir terapéutico; pero para mí hay otra faceta del mundo ecuestre que me atrae muy singularmente, y es su dimensión estética entendida como arte. No en vano hay muchos entendidos que se refieren a la relación entre jinetes y caballos con el calificativo de “arte ecuestre”. La simbiosis que se llega a establecer entre el equino y su montura puede alcanzar cuotas de verdadera embriaguez cuando se ejecuta de tal manera, que lejos de ceñirse a un simple efecto acción-reacción, traspasa la esfera mecanicista para insertarse en el universo emocional, llegando a proporcionarnos sentimientos tan vivos y profundos que potencian nuestro placer hasta alcanzar cuotas de sensualidad difícilmente imaginables en otras disciplinas.
¿Cómo describirías vuestra especial relación con Sestante, vuestro caballo de pura raza español?
Debo confesar que hasta que adquirimos a Sestante, mi relación con el mundo animal tenía un muy marcado carácter cartesiano. Sé que en estos tiempos no es muy políticamente correcta esta visión del mundo animal, en la que predomina la personificación del animal en detrimento de su cosificación, pero es la mía y la mantengo, aunque atemperada por dos razones importantes.
La primera es que con mi caballo he llegado a experimentar, aunque de manera incipiente, las sensaciones que antes te describía y trato de perfeccionarlas y potenciarlas cada vez que monto.
La segunda y más importante, es la gravísima lesión que sufrió nada más llegar aquí desde tierras del Sur. Se llegó a especular con la posibilidad de su sacrificio, pues la lesión era de tal magnitud que pocos apostaban por su recuperación. Nos la jugamos, invertimos en él tiempo y dinero, lo cuidamos como a un miembro más de la familia, sufrimos con su sufrimiento y nos regocijamos con su recuperación.
Esta experiencia me hizo anidar hacia él sentimientos de afecto y cariño que nunca hubiese imaginado albergar hacia un animal.
¿Qué podrías contarnos de tu faceta como rutero a caballo?
Entre mis innumerables defectos, quizás el que mejor me define es mi absoluta incapacidad para orientarme (me pierdo en una cabina telefónica), así que el campo es para mí un territorio inhóspito y desconocido. No obstante y gracias a mis compañeros de cabalgadura, puedo disfrutar plenamente con mi caballo del maravilloso entorno que nos rodea. Valoro muy positivamente las experiencias personales vividas junto a ellos en nuestras variadas rutas, y quisiera aprovechar la ocasión que me brindas para agradecerles sinceramente la paciencia y solidaridad con la que todos y cada uno de ellos me han arropado desde mis inicios en mis andanzas ecuestres.
Para terminar, tú que eres socio desde el principio de la Asociación ¿cómo ves a la Asociación de Caballistas y dónde crees que deberíamos centrarnos?
La Asociación para mí ha representado una auténtica oportunidad para conocer y poder disfrutar del mundo del caballo, así como de las innumerables actividades relacionadas con el mismo. Ha sido uno de los vehículos principales que ha contribuido a mi integración en el ámbito rural, tan falto de estímulos de ocio como de servicios, en lo que hemos dado en llamar “la España vaciada”. Iniciativas como ésta hacen que sea mucho más atractiva y apetecible la aventura de cambiar la gran ciudad por el entorno rural.
Siento que la Asociación, más allá de constituir un espacio de encuentro para aficionados al mundo del caballo, es un auténtico vivero de ideas, una escuela de aprendizaje y un laboratorio de convivencia, donde no solamente se crece y se mejora como jinete, sino como persona.
Tanto es así, que a lo largo de este 2020 tengo previsto (con el permiso de la Asociación y aprovechando el acervo atesorado por la misma en este tiempo) exportar la iniciativa al pueblo almeriense de donde procedo, Vélez Blanco, y espero que pronto podamos alumbrar La Asociación de Caballistas Sierra de los Vélez; ya os contaré.
Creo que la Asociación debería desarrollar de manera especial su vertiente formativa, potenciando el intercambio de actividades y experiencias con otros grupos similares. Somos muchos y con múltiples conocimientos individuales, ponerlos en común y abrirnos a otras vivencias parecidas a la nuestra potenciaría el aprendizaje y el enriquecimiento de todos y cada uno de nosotros.
Muchas felicidades caballero caballistas.!!!!y enhorabuena por vivir en la España "acomodada", no vaciada...porque vivir en esos lugares es calidad de vida.
ResponderEliminar