lunes, 12 de diciembre de 2016

Entrevista a Jorge Juan García (Vellosillo)




Jorge es uno de los “nuevos habitantes” de la despoblada comarca del Nordeste de Segovia. Hace tres años y medio decidió venirse con Ruth, su mujer, a Vellosillo, el pueblo de su familia paterna, dejando atrás los ajetreos de la capital y el mundo financiero y empresarial al que había dedicado toda su vida. Se construyeron una casa AUTOSUFICIENTE y desde entonces viven con esa filosofía: conectados a la naturaleza, producen la energía y la mayoría de los alimentos que necesitan, son respetuosos con el medio ambiente y reciclan al máximo. Y de repente se han encontrado con unos acompañantes inesperados, los caballos, que han pasado a formar parte de su nuevo proyecto de vida.


Antes de instalaros en el pueblo no habías tenido contacto con el mundo del caballo, ¿Qué te llevó a comprarte tu primer caballo?

Nuestra hija mayor había montado de niña a caballo, pero en esa época nosotros no montábamos. Cuando vinimos a vivir al pueblo comenzamos a montar, dando clases con Angel Agueda de la Hípica de Grajera. Nos fuimos aficionando, descubriendo y aprendiendo sobre un mundo realmente apasionante, el de los caballos. En unos meses decidimos probar a comprar un caballo, nos gustaba montar y teníamos un prado junto a nuestra casa. Angel nos ayudó a encontrarlo y Aquiles vino a vivir con nosotros. Eramos novatos totales, pero con mucha dedicación y entrega. Aquiles es el caballo con el que nos hemos iniciado varios jinetes de nuestra cuadra en el campo (Ruth Pedraz, Silvia García, Marina Alcaide y yo mismo). Unos meses más tarde, la cuadra había crecido considerablemente y teníamos cuatro caballos.  

Estás montando a diario y has probado varias disciplinas de la equitación, ¿cuál de ellas te gusta más? ¿Qué cualidad es la que más valoras en un caballo?

Intentamos montar todos los días. Viviendo en un pueblo es algo realizable si tienes un trabajo con horario flexible. Combinamos el trabajo en pista con salidas al campo. Realmente lo que más nos gusta es la equitación de campo, salir a pasear y hacer rutas. Sentirte libre en la naturaleza con tu caballo es algo difícil de igualar. Creo que la base de la equitación es la doma. La doma te obliga a tener disciplina, a mejorar la técnica y replantearte tu equitación cada cierto tiempo. También hacemos salto como parte de nuestro entrenamiento. Es una disciplina muy exigente, que no se puede separar de la doma y que te proporciona muchos recursos para el campo. Aunque diría que la disciplina que más me gusta es el TREC, porque combina todo y requiere desarrollar técnicas y capacidades para disfrutar en la equitación de campo y los viajes a caballo. 

Sobre la cualidad que más valoro en un caballo, trato de contar lo que intentamos hacer, que lo conseguimos a medias, con nuestros caballos. En nuestra cuadra tenemos dos caballos que pueden ser montados por cualquier jinete, aunque sea principiante y tres yeguas con más brío para jinetes con más experiencia. Intentamos buscar en nuestro trabajo de entrenamiento caballos fuertes, nobles y con resistencia. Personalmente me gustan los caballos con estas cualidades y con un punto de caballo de deporte, con sangre y valentía.

Explícanos como se integran los caballos en vuestra filosofía de vida “autosuficiente” en Vellosillo.

Hemos integrado nuestros caballos como un elemento más en los ciclos del pequeño hábitat autosuficiente que estamos intentando crear. La basura de las cuadras nos sirven para hacer acolchados y nutrir el suelo de nuestra huerta y los árboles que hemos plantado. Seguimos un sistema de rotación en los prados que utilizamos que mantienen los prados y los hacen más ricos por los nutrientes y el arado superficial que hacen al pisar. Son nuestra principal afición en estos momentos y se integran a la perfección en la filosofía de vida que perseguimos, de vivir conectados con los elementos naturales. Los caballos nos han permitido poner en producción buena parte de las eras y prados comunes de nuestro pueblo, todos en deshuso. Buscando hasta donde podemos ser independientes en la gestión de la cuadra, hemos aprendido a herrar, a curarlos, a hacer casi todos los trabajos, incluso hemos probado a mantener los caballos sin insumos exteriores, como puede ser forraje o pienso, y creemos que lo podemos hacer, aunque en estos momentos completemos su alimentación con pienso y herramos normalmente con un herrador profesional, porque están mejor así.

Después de estos años tan intensos, cuéntanos alguna experiencia especial montando a caballo. 

Quizás la experiencia más intensa que estoy viviendo desde hace un año y medio es montar a Flamenca, un yegua torda, española de pura raza. Flamenca llegó hace dos años a nuestra cuadra. Es una yegua con mucha sangre, fuerte y difícil de montar, al menos para mi nivel. Llevo varias caídas con ella, pero es mi caballo preferido. Suelo montarla todos los días desde hace un año y medio. Creo que tenemos una conexión especial. No conozco otro caballo más valiente en el campo, con buena resistencia y muy divertida de montar. Para sacar adelante esta yegua he contado con ayuda de varios de los mejores maestros de nuestra zona. Jose Andrés Blasco me ayudó al principio, montándola conmigo y guiándome en los primeros pasos de enfrentarte a una yequa que probablemente había sido mal desbravada y que estaba completamente desordenada y asustada. Unos meses más tarde de empezar con Jose Andrés hacíamos un viaje de ocho días por el Camino de Santiago que asentó bastante a la yegua. Posteriormente Angel Agueda está trabajado conmigo en mejorar la doma de la yegua y Javier Martín Benito me ha enseñado a trabajarla para salto. Considero a Flamenca el caballo que me ha obligado y enseñado a la vez, a subir el nivel de equitación, con mucha intensidad y constantes subidones de adrenalina. Muchos de vosotros la habéis visto en acción, con las lanzadas que se mete, aunque creo que poco a poco se va tranquilizando (risas).

En la primavera pasada nació “Viento”, vuestro primer potro, ¿Como ha resultado la experiencia?

Los miembros de nuestra cuadra y buena parte de nuestros vecinos de Vellosillo estamos disfrutando muchísimo la experiencia de tener un potro. En nuestro pueblo había una yeguada hace muchos años y hacía 40 o 50 años que no nacía un potro. Habíamos cruzado a Yegua, angloárabe con Troya de Riaza, silla francés de la Yeguada Riaza, y creíamos que no se había quedado preñada. Un día vino Victor Martín, antiguo propietario de Yegua, con la que había tenido dos potros, y nos dijo que iba a parir en máximo una semana. Y así sucedió. Fue un embarazo rápido (risas). El potro nació el 20 de abril, un día de viento y lluvia bestial. Lo llamamos Viento de Vellosillo. Es una gozada, divertido, fuerte, juguetón, guapo. De momento en lo que es doma de cuadra, se porta muy bien. Vamos a ver si nos atrevemos a domarlo cuando llegue el momento.

La Campiña Segoviana es un proyecto del que te hemos oído hablar, en qué consiste.

La Campiña Segoviana es una metáfora que utilicé en una de las primeras entradas de este blog: Ideas para el desarrollo de una industria del caballo en el Nordeste de Segovia, Se trata de un recurso creativo para preparar un contexto sobre el que se podrían ir construyendo diferentes relatos. Como has descrito en la entradilla de esta entrevista, vivimos en la "despoblada comarca del Nordeste de Segovia". Personalmente veo la situación como una oportunidad para construir. Necesitamos creatividad, imaginación y audacia visionando un futuro distinto, que podemos intentar que sea mejor que el actual. Si no hacemos nada, ahondará la descomposición del tejido social y las infraestructuras de la zona. Necesitamos estrategias que puedan crecer viralmente, casi de forma espontánea, sin depender de inversión pública, ni de subvenciones, que han fracasado hasta el momento, siendo nuestra comarca una de las que continúa despoblándose más rápido en España. La idea de la Campiña Segoviana puede tener estos atributos. Se basa en una actuación en el paisaje, una puesta en producción sostenible de los recursos naturales que tenemos y el desarrollo de una industria transversal que permite crear red y marca, como puede ser el mundo del caballo. Creo que de alguna manera con el trabajo que estamos haciendo desde la Asociación hemos activado un germen que ya se está extendiendo.  

Y para terminar, formas parte muy activa de la Asociación de Caballistas del Nordeste, has creado el Blog desde el que te estamos entrevistando y eres uno de los impulsores de todas las actividades ecuestres que se están realizando en nuestros pueblos, ¿Cual crees que debe ser la evolución de la Asociación?

Creo que hasta el momento el gran éxito del proyecto de la Asociación de Caballistas ha sido el crear una primera estructura de una red, donde un grupo heterogéneo y complementario de personas nos hemos conocido y puesto a trabajar sobre un tema en común, la afición al caballo. La red cubre buena parte del territorio denominado Nordeste de Segovia. Es algo pionero e innovador, que hasta donde conozco se puede decir que no existía nada parecido en la zona. Pero la red debe de evolucionar. Red y Asociación es lo mismo. El gran reto de la Asociación es aprender a funcionar como una red distribuida. Una red distribuida es una estructura descentralizada, donde cualquier iniciativa puede surgir desde cualquier persona o nodo de la red. Una red donde aprovechas la creatividad y la experiencia de cada uno de los nodos, que trabajan de forma colectiva ante llamadas de otros miembros de la red. Se trata de poner a funcionar la inteligencia colectiva, que es mucho más potente y efectiva que la individual o la que nace de una estructura centralizada, siempre sujeta a individualismos y condicionantes. Esto significa que cualquier socio de la Asociación debería poder activar una idea, un proyecto, un evento, que se comunica al resto de la red utilizando internet, y que salga adelante de forma colaborativa. Este tipo de organización es, quizás, la única efectiva en estos tiempos. 


* Una entrevista de Víctor Martín Sacristán













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